Viaje en el tiempo



Ayer estuve haciendo espacio en mi compu. Armando backups de fotos, de archivos, de trabajos. De escritos que empezaron y se quedaron a medias tintas. Aparecieron bocetos de libros que quise (y aún quiero) escribir, relatos de viajes, crónicas de mis días desde 2008 en adelante, textos e imágenes de nuestra luna de miel, pasos y "autosugerencias" para estar mejor. 

Me divierte bucear por todas esas páginas de Word que parecían no tener ni pies ni cabeza, y que al final, con el diario del lunes, terminaron teniendo pies y cabezas mucho más acertadas de lo que pensaba.

Esta vuelta me detuve en varios escritos breves que armé después de nuestro paso por África con Nico, en 2012. "Casualmente" y, una vez más, gracias a ese azar extraño que tiene la Vida, terminamos pasando varios días en un lodge en Tanzania, sobre el lago Eyasi. Digo casualmente porque la idea de ir a aquel lugar inhóspito nació de una manera muy particular. 

En 2011 una amiga me contó que estaba leyendo un libro. En realidad era un manuscrito impreso que se iba pasando de mano en mano y que había llegado a las suyas. "Jugando al límite", se llamaba. Y la autora, una tal Nani Dowling. Le pedí el escrito, lo fotocopié, lo anillé y me sumergí en las palabras de esta mujer que contaba sus hazañas de viaje alrededor del mundo. Atrás de todas esas historias había una transformación espiritual inmensa. Eso leí yo entre sus palabras.

Lago Eyasi, Tanzania

Me obsesioné con encontrar a la autora. Que no tenía Facebook, no aparecía en Google, nadie sabía dónde estaba. En paralelo, organizábamos nuestro viaje a África. Y unos meses más tarde, aquella misma amiga que me dio el libro, que también estaba al acecho de Nani, me llamó. "La encontré. Ya sé dónde está y me pasaron su mail". Tanzania. 

Ella es Nani Dowling. Desde ese lugar, el punto más alto de Kisima, se veía el mejor atardecer ¡ con cerveza en mano!

Le escribí y le conté todo lo que me había pasado con su libro. Pero lo escribí como quien escribe esos mails que en el fondo sabe que se van a perder en la nube y nadie los va a leer."Con que una sola persona en este tiempo o en otro, aquí o en cualquier mundo, se sienta menos sola al leer estas palabras, mi boceto desprolijo y todos los intentos frustrados de boceto, habrán valido la pena". Así empezaba mi mail, citando sus palabras del libro y, releyéndolas hoy, tomadas como propias.

Ahí desayunábamos, almorzábamos y comíamos a la noche.

No sólo me respondió, sino que nos invitó a pasar unos días en su casa. Fuimos los primeros argentinos (fuera de su familia y un mochilero que había aparecido con su bici) en conocer su hogar desde hacia 10 años. Un paraíso sobre la orilla de un lago, perdido entre arbustos bajos y tierra bien roja. Allí conviven con una de las últimas comunidades de bosquimanos. O hadzas, como les dicen en idioma swahili, que esta argentina que hoy debe tener 46 años, hablaba casi como lengua natal. Pasamos una mañana con ellos, con los bosquimanos, y de ahí debe haber surgido este texto que escribí hace más de cuatro años, y que aún creo que sigue vigente.








"Vivir al día. No acumular nada. Viajar ligero. El hogar es donde está el corazón. Aceptar lo que la Naturaleza da. Tomarlo y agradecer por ello. Todo es como tiene que ser. O, al menos, eso es lo que parecen decir estas personas que 'viven caminando' en una civilización donde lo que importa es llegar antes. Bushmen, hadzas o bosquimanos. Da igual su nombre. Ellos hablan con chasquidos y prenden el fuego de cada día con sus manos y la ayuda de un palito. Todavía salen a cazar para comer y cambian de hogar según donde puedan alimentar a sus hijos. Incivilizados, los llaman muchos. Y yo digo, incivilizados nosotros, que no terminamos de aprender que a la vida hay que caminarla y con poco equipaje. Como ellos".
 
Lago Eyasi y las canoas típicas de madera donde los locales salían a pescar.

Hoy fue un poquito largo el post. ¡Sólo apto seguidores que leen mucho! ¿Alguien más detrás de la pantalla que conozca el libro Jugando al límite o que conozca a su autora? ¿Me cuentan?

¡Buen jueves para todo el mundo y gracias a todas las personas que compraron el libro esta semana! En estos días les va a estar llegando a sus casas.




1 comentarios :

  1. Hola! Llegue a tu post buscando a nani, estoy en Tanzania leyendo otro de sus libros, una amiga de una amiga estuvo en su casa, pero o no lee nuestros mensajes pidiendo su contacto o simplemente no responde. Si pudieras pasarme cualquier información te agradecería mucho! Mí número es +5491159908436

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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.