Hacer hogar






Hacer hogar. Desde hace varias semanas que estas dos palabras, una atrás de la otra, están paseando por mi cabeza. Es que mi hermana se fue a vivir a otro país y me hizo
volver a pensar en el momento que nosotros nos vinimos a vivir al campo. Mucho más cerca de lo que se fue ella, pero con la misma propuesta: hacer hogar en otro lado. "Cociná, que haya olor a comida casera cuando entres", le dije ayer en mi noche de invierno, que era su tarde de verano.

Nunca nos acordamos con Nico en qué momento tomamos esa decisión. Creo que los dos lo supimos casi sin hablarlo cuando él empezó a trabajar acá. Por eso a la vuelta de nuestra luna de miel, agarramos nuestras cosas y plantamos bandera. No habían pasado ni dos semanas que yo ya tenía ganas de salir corriendo. ¿Quién me había mandado a vivir a este lugar donde el silencio, literalmente, aturdía? Había días que mi cabeza iba tan rápido y hablaba tan fuerte, que no sabía si alguien había dicho algo o había sido yo sola. Exploté. En llanto, en frustración, en miedo. Todo eso junto. "Bueno, vamos. Volvamos", me dijeron del otro lado. Yo no quería volver, pero necesitaba tiempo para empezar a hacer hogar acá, lejos de todo lo conocido.

El hogar se hace al andar. Como el camino. No es dónde lo que importa, sino cómo se hace. Aprendí, en estos años, que apropiarse de un lugar tiene que ver con tomar todo lo que viene. Lo bueno y lo malo. Los días de lluvia y los días de sol. Los de frío y los de calor. El hogar, lo que se dice hogar, se lleva adentro. No es una casa. No es un lugar. Hacer hogar es aprender a estar


¡Buen viernes para todos! Después de horas y horas de baldazos de agua que caen desde anoche, acaba de dejar de llover por acá.

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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.