Pipi llegó a nuestra casa hace unas semanas. Es amiga de Tania y es invisible. Pipi nos acompaña a todos lados y juega al veo veo. De a ratos se porta mal. Bastante mal. Y se liga unos retos de esos que no sé por qué, me hace acordar a mi misma cuando las reto a ellas. Pipi está casi siempre con nosotras. Al Jardín no va. Se suele quedar conmigo. Hay días que entra en un bolsillo, hay otros que camina al lado de ellas, a la par. “Es varón y mujer”, te dice cuando le preguntás un poco más sobre su amiga invisible. Con Mila nos reímos, cómplices. “Mamá, no existe Pipi”, me dijo el otro día bien bajito al oído, como para que su hermanita, la creadora de este nuevo personaje invisible no la escuchara. Pipi, mientras tanto, escuchaba atentamente el cuento que le narraba su pequeña creadora.
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