Los platos rotos





En mi baño tengo un frasco chiquito con platos rotos. Celestes y blancos, con las puntas gastadas. Tienen flores, castillos y barcos. Si tuvieran olor, sería a infancia. A mar, a viento, a arena, a trajes de baños húmedos, a sandwiches de milanesa y latas de sardinas a las 4 de la tarde. Pasé todos mis veranos en una playa casi desierta, rodeada de primos, tíos y abuelos. De las cosas que más me gustaba hacer, además de estar horas en el mar, era salir a caminar y juntar los pedazos de platos rotos que los barcos tiraban en el mar. O al menos esa es la versión que recuerdo del por qué de estos pedazos tirados entre tantos caracoles. Caminábamos horas, mirando la arena con ojo de detective, esperando encontrar uno más. Si era más grande, la victoria era mayor.

Soy de tener poca cosa en mis cajones y en mis roperos. En cada mudanza que hice, me fui quedando con cada vez menos cosas. Lo que nunca tiré fue una bolsa de plástico con caracoles y platitos rotos. Los mismos que hoy veo cada vez que me meto en la ducha en un frasco chiquito de yoghurt.


Hace poco, mientras hacíamos el libro con Wonky, nos trabamos en una de las ilustraciones. El texto se llamaba Mirar el plato ajeno. Fue de los últimos que hizo porque nada terminaba de cerrarnos. Un día me mandó una foto por mail y me dice: "¿Te gusta?"¿Cómo no me iba a gustar si fue como si hubiera agarrado una parte de mis veranos y las hubiera puesto en un papel ? No entendía por qué me gustaba tanto hasta que le conté de esta pequeña historia de los pequeños platos rotos.



Muchas cosas andan pasando en estos días, que me tienen ausentada de este espacio que tanto disfruto. Sepan disculparme, mis lectores. Me prometí intentar hacer tres entradas por semana. Me prometí también, jamás escribir por obligación. Lo de los tres posts, se los debo esta vez (y la que viene, ¡porque me escapo unos días de vacaciones!). ¡Gracias a todos por los mensajes lindísimos que estamos recibiendo por Tejiendo Infancia. Nunca imaginamos (al menos yo) que íbamos a tener tanto eco y en públicos tan diversos!

Los encuentro en unos días por acá…Espero que no pasen demasiado. ¡Los que aún no hicieron sus reservas, pueden escribirme a llorente.victoria@gmail.com y coordinamos pagos y entregas!









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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.