¡Buen día! Por acá se llovió todo entre ayer a la tarde y hoy a las 6 de la mañana, pero desde temprano hay un sol tímido que me encanta. Después de tanta agua, todo se ve verde fosforescente. Me encanta cuando llueve mucho, y después para y sale el sol. Y el ciclo vuelve a empezar. Las hormigas arrancan sus trabajos minuciosos otra vez. Mis rosas se van abriendo una atrás de la otra y la huerta, los espacios sembrados
Ya hablé de la lluvia y de todo lo que pasa con ella cuando vivís en el campo. Mis amigas se ríen cuando vienen porque siempre les digo cuándo y cómo va a llover. En nuestros diálogos con Nico siempre aparece entre semana la pregunta: "¿Para cuándo dan agua?". De eso dependo para salir a hacer las compras, de llevar a Mila o no al Jardín y de quién entra a la gente al campo. De eso, también, de ese Cielo abierto, depende el trabajo en el campo. Pero las lluvias de primavera son distintas. Los caminos tardan menos en secarse porque los días son más largos. Salir a saltar charcos ya dejó de ser riesgo de toses y mocos porque no hace tanto frío. Y cuando después de un chaparrón intenso de horas y horas decide aparecer el señor sol, lo que se ve, se escucha y se huele, es de locos. Desde la mañana hay muchos más pájaros de los normal, el pasto deja de oler a tierra y, como me decía Mila ayer, "tiene olor a perejil". Solo tengo que esperar unas horitas más de sol para ver la explosión de pimpollos por todos lados. A la noche nos espera, inevitablemente, un coro de grillos y ranas. Me encanta.
A mi la lluvia sí me inspira. La previa de ese cielo gris-violeta, que retumba y se acerca sobre las pasturas bien verdes; los rayos que cada tanto se mezclan en ese gris; nuestra perra, temerosa, que se queda en la cocina a esperar que pase; y mis hijas, en la galería de casa, que esperan ansiosas, la caída de las primeras gotas. Las que traen ese primer olor a lluvia mezclada con tierra. Pero llega la noche, y sigue lloviendo, y los vientos se escuchan más que cuando hay luz, y la tormenta deja de ser tan romántica. La dejo ir. Porque ya aprendí que todo pasa y que solo va a durar un tiempo. Y que a la mañana voy a oler a pasto mojado y que la lluvia me va a volver a inspirar.
¡Buen miércoles para todos!
PD: Revisando escritos viejos, me acordé de una tarde de tormenta de enero de 2010, en esta misma casa desde donde hoy escribo, pero solo habitada por Nico y por mi. Hacía semanas que no llovía y el campo estaba pidiendo a gritos unas gotas de lluvia. Se armaban mil tormentas por día, pero todas seguían su curso hacia otro lado. "De fondo se escucha un rugido en forma de trueno. Y los pájaros, como sabiendo que la Tierra quiere llorar, cantan. No dejes de llorar, Tierra. No hoy", escribí.
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