Alfajorcitos 3,2,1





Increíble, pero real, pasó un mes y este blog sigue con vida. Y con ánimos de seguir por mucho tiempo más. Porque me di cuenta que tengo, al menos, 50 lectores por día. Y eso, para mi, ya es mucho. Y porque me obliga a sentarme todos los días un ratito y pensar qué podría compartir hoy con ustedes. Me ayuda a darle forma a las cosas y, al darle forma, cobran vida.

Me gusta saber que a muchos los inspiran y
los mueven. A cocinar, a armar sus espacios en la huerta, o que simplemente los deje pensando. En el fondo no son más que cosas simples de todos los días puestas en palabras bonitas.  Estando tan lejos, creo que es mi manera de no estarlo. O, al menos, acortar distancias.

Marzo fue un mes distinto. Justo elegí esta época para arrancar a escribir y, así, y todo, funcionó. Hasta creo que me vino bien como vía de "escape". La adaptación de Mila al jardín me costó mucho más de lo que pensaba. Nadie me había contado que se te podían mover tantas cosas adentro en esta etapa de los chicos. Lloraba a la noche como si me hubieran amputado una pierna. Nico no entendía nada. Entre lágrimas trataba de explicarle que estaba todo bien, que necesitaba sacarlas para poder estar mejor. Ese día decidimos que él la iba a llevar todas las mañanas que pudiera. Y funcionó. Para ella y para mi, que si lloraba en la puerta ni me enteraba. Porque a las 12, cuando yo la iba a buscar, ella ya estaba feliz.

Vino mucha gente este mes a casa. Familia, amigos, gente del trabajo. Mucha, cuando una está acostumbrada a estar rodeada de pocos. Mis amigos se ríen cuando les cuento que los primeros años que estábamos viviendo acá, Nico llegaba todas las noches y su pregunta obligada era: "¿Hoy con quién hablaste?". Y la realidad es que hasta que nacieron las chicas, había días que literalmente no hablaba con nadie. Bueno, este mes de marzo tuve que hablar con un montón de gente. No sólo porque vinieron a visitarnos, sino porque el Jardín me obliga a hacerlo. Se acabó este idilio entre la naturaleza, mi pequeña familia y yo.

Pasó marzo, pasó el verano, llegaron las primeras mañanas frías, y en breve, también llega Nico, que sigue de viaje. Brindo por todas estas cosas lindas que llegan y se van, y hoy las festejo con esta receta riquísima de unos alfajores que hice este fin de semana para agasajar a mis sobrinos y hermanos. 

También son ideales para acompañar el café después de un almuerzo (los hice cuando vinieron aquellas 25 personas a almorzar a casa y no sobró ni uno).

Esta misma receta la uso para hacer la clásica Torta Havannet y la saqué de un suplemento especial de Juliana López May. (Ella los rellena con dulce de frambuesas). Sale bastante masa, así que si la usan para la torta, asegúrense de que el molde sea relativamente ancho o, sino, hacen dos tortas chicas.



Alfajorcitos  3, 2, 1 (el nombre se lo puse yo porque me ayuda a recordar proporciones)

- 300 grs de harina 0000
- 200 grs de manteca (sáquenla de la heladera con tiempo así se ablanda bien y la trabajan más fácil)
- 100 grs de azúcar impalpable (con azúcar común también salen ricos)
- Dulce de leche repostero, cantidad necesaria. (¡Sí o sí, repostero! Es la única manera que no se chorreen todos y queden muy lindos a la hora de presentarlos).

La forma, obviamente, la eligen ustedes. Mi amiga Tere me regaló estos moldes para variar un poco las formas.

Mezclar todos los ingredientes con la mano hasta lograr una masa pareja. 




Envolver la masa en papel film y llevarla media hora a la heladera.



(Precalentar el horno a 180 grados)

Para mi, la clave de estos alfajorcitos está en el amasado (¡y en la paciencia!). 
Enharinar una mesada e ir haciendo los alfajores con el molde que más que les guste. Lo importante es que queden bien, bien finitos. Es lo que más lleva tiempo.




Llevarlos al horno en una placa (no tuve que enmantecar porque la masa misma ya tiene bastante manteca y se despegan fácil. Por las dudas, enmantequen y enharinen levemente así se aseguran que salen fácil). Atentos a esta etapa: apenas vean que los bordes empiezan a cambiar de color, los sacan del horno. Se hacen a mil porque son muy finitos.





Dejarlos enfriar y rellenarlos con dulce de leche. Yo generalmente los hago de un día para el otro, los dejo en un tupper y los relleno sobre la fecha. Quedan muy ricos, también, sin nada. ¡A mis hijas les encantan! Espolvorear con azúcar impalpable.






¿A ver quiénes se animan? ¡Recibí mil mensajes con la torta de nuez! ¡Gracias por compartirlos!


¡Buen martes para todos!








1 comentarios :

  1. me encanta todo!! creo que estas por sacar esa cocinera que hay en mi y todavía no he tenido el gusto de conocer jeje. Gracias Vicky!!!

    ResponderEliminar

 

POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.