Lluvia de gatos



¡Hola, bellísima primavera! No sabía que te estaba esperando con tantas ganas hasta que te vi. Fue como haberme reencontrado con esa amiga que se fue hace mucho y que cuando la vi, me di cuenta lo mucho que la había extrañado.


"Ya va a llegar la primavera con cosas lindas", me dijeron el otro día. El 21 de septiembre llegó con la noticia lindísima de que a Mila le dieron de alta y que volvió al Jardín después de 15 días de estar puertas adentro. Llegó con pimpollos de rosas y con coronas de novias que explotan en flores. Con banquinas que parecen arreglos  perfectamente armados y con mucho, pero mucho olor a manzanillas. Llegó con decenas de flamencos que eligieron el bajo para quedarse, con un día de sol sin viento y con la promesa de un atardecer distinto. 

Hace semanas que tenemos una gata que vive en el techo de casa. Es la única de todas las que pasaron por el barrio que sabe que no tiene chances de vivir en feliz convivencia con nuestros tres perros gigantes. Así que ella se instaló en el techo. De día, está de un lado. De noche, del otro. Tenés que acordarte que está ahí para no asustarte cuando abrís las persianas y se le ocurrió bajar a mirarte. O cuando escuchás, entre sueños, pasitos en tu cabeza. No tiene nombre. "Mishi", como todas las demás que pasaron y se fueron. En casa no llovió. Al menos, no agua. ¡Lo que sí llovieron fueron gatos del techo! A Mishi la notábamos gorda y ayer, antes de irnos a dormir, mientras cerraba las persianas y ella me miraba del otro lado del mosquitero, le dije a Nico que en cualquier momento iba a parir. No encontró mejor lugar para hacerlo que en el techo de casa. Estábamos almorzando con las chicas en la cocina y salí a buscar algo al auto. Cuando volví había "algo" chiquitito y blanco en el pasto. Agarré al mini gatito y miré al techo, donde Mishi suele pasar sus horas cuando Duma, Simba y Suri están cerca.

La gata paría y los gatitos rodaban hasta caer al suelo. Suerte la de ellos que me encontraron ahí antes de que lo hicieran los perros (ahora se asustan un poquito con las "cosquillitas" de Tania, que pareciera que los va a estrangular). Luci vino más tarde y logró bajarla del techo para que se encontrara con sus tres peques. 

¡Gracias, primavera! Llegaste mucho más rápido de lo que pensé. Que terminen




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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.