Época de rastrojos. Me gustó la idea de nombrar este momento del año así, como están algunas partes del campo hoy. Me gustó pensar que, así como la tierra está viviendo esa etapa donde, después de meses de lenta espera, de brotes, de pastos que sacaron espigas y tuvieron miedo a mil tormentas eléctricas, finalmente se pusieron dorados. Y que con ese color oro, de despidieron del suelo para transformarse en granos.
Queda el rastrojo. Quedan las marcas de ese tiempo que les tomó crecer y madurar para transformarse en trigos. Quedan algunas espigas que dan cuenta del milagro de la Vida. Me gustó pensar este mediados de diciembre como ese rastrojo amarillo, que encandila entre tanto verde. Que te invita a mirar los nuevos caminos que se surcaron. Que te hace mirar las nuevas cicatrices que dejó este año. Que te hace ver que, si se levantó la cosecha, es porque valía la pena. Y que lo que queda de esos restos, también vale. Porque ellos, los restos, los rastrojos, cuidan, acolchonan y dan lugar a nuevas siembras. Nuevos proyectos. O viejos, que quieren volver a intentarlo desde un lugar distinto.
¡Que tengan un lindo jueves de diciembre!
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TEJER MOMENTOS
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