El día que aprendí a andar en bici sin rueditas acababa de cumplir 5 años. Era una bicicleta que intentaba ser colorada en medio de las marcas de óxido.Durante días caminé con la bici al costado. La agarraba fuerte y recorría los caminos del campo. No me animaba a subir. Mi hermana más grande ya andaba sola y yo la seguía de lejos.
Una mañana de enero me animé. Sola. Decidí empezar con tramos cortos y sobre el pasto. Creo que hasta el día de hoy me acuerdo de esa sensación de adrenalina de estar andando sobre dos ruedas y nada más. Lo que parecía imposible estaba pasando. Me caí mil veces en ese pasto que me vio circular ida y vuelta, ida y vuelta, ida vuelta, ese verano. Estaba feliz. Todavía tenía el recuerdo de ir a ver la salida de la luna en el guarda ganados, en la bici de mi mamá, adelante, con las patitas amuchadas. Y ahora la manejaba yo sola.
"Lo más importante para aprender en bici es saber que te vas a caer mil veces. No hay manera que aprendas si no te caés", le dijimos estos días a Mila que, después de haber visto un video de su primo andando solo le pidió a Nico que le sacara las rueditas.
Ayer salió solita por el pasto. Se cayó unas cuantas veces. Se levantó otras tantas. Disfrutó de la adrenalina de las primeras rodadas solas. Le gustó saber que podía ir más rápido.
Qué hermoso. Me alegro por la pequeña Mila, quien seguro éste año debe andar por todos lados y solita. Un beso grande, muy lindo post!
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