Extranjera



Hace varias semanas que estoy con este tema. El de ser extranjera. Le escribo a mi hermana, que es extranjera en un país distinto hace menos de un año y le doy consejos sobre “cómo sentirse en casa”. Que la cocina, que las costumbres, que cómo cuidarse cuando estás “en baja”, que los amigos, que la familia. Me busco entre mis recuerdos seis años atrás cuando nos fuimos de la Gran Ciudad para venir al campo. A un lugar distinto. Solos, los dos, con dos perros. Me encuentro armando planes, soñando espacios, añorando lo que no está. Me veo corriendo a la ciudad de mi infancia a respirar el smog del que salí huyendo, hablando sin parar para cubrir el silencio que tenía como Cielo. Me veo armando mi casa, mi huerta. Transformándome, de a poco, en parte de aquel nuevo paisaje que me cobija. Me recuerdo mamá por primera vez, temerosa y feliz, dejando de huir de aquel espacio que me tenía como extranjera porque ahora es el hogar de nuestras hijas. Ellas son de acá. Y vuelvo a pensar en esa idea de estar en un lugar donde no naciste. Y creo que somos todos un poco extranjeros, de a ratos, aunque no nos vayamos del país ni de la ciudad que nos vio nacer. Aunque nos quedemos siempre en el mismo lugar. Empezar algo nuevo es ser un inmigrante. Un trabajo, un colegio, un curso, una mudanza, un embarazo, un viaje. No hace falta tener un acento raro para sentirse “de afuera”. Pero sí hace falta aprender que el “país de uno” se lleva adentro. Siempre.

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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.