Hace dos años, con este mismo calor y en esta misma galería, empezaba a tomar forma este espacio. Me empecé a animar a compartir lo que desde hace años (años, años) escribo en mis diarios, cuadernos, agendas. Lo que miro en casa, lo que cocino en mi cocina, lo que pispeo de mis dos hijas y lo que me cuenta la Naturaleza.
Cuando nos vinimos a vivir acá, hace casi 6 años, pensé que me desconectaba del mundo por completo. Que además de dejar a mis amigos y a mi familia de infancia, me estaba alejando de mi mundo profesional. En algún lugar de mi también sabía que iba a poder transformarlo en algo distinto. No sabía, eso sí, que me iba a animar a mostrarme más. Menos, que me iba a animar a publicar un libro. Quizás sea porque desde acá las miradas están más lejos, que me animé a decir sin sentir tanto miedo. Quizás sea también que la Naturaleza se haya transformado un poco (más) en la guardiana de mis días, de mis miedos, de mis sueño, lo que hizo que me animara a decir sin tanto prejuicio. Tengo guardia de lujo, por si pasa cualquier cosa.
Pasaron dos años desde ese día que empecé a compartir un poco de mi mundo. Aprendí, con pruebas y errores, que hay cosas que vale la pena que sigan quedando guardaditas acá Adentro. Que hay muchas otras que inspiran, que acompañan,que alientan y emocionan. Esas son las que sigo compartiendo acá, en este espacio que me regala el ejercicio de escribir día a día.
Escribamos siempre. Lo lindo, lo feo, lo alegre, lo triste. Lo escribo y me lo digo, en esta vuelta a las teclas. En este 1º de marzo, de calor y cotorras que chillan de fondo.
¡Que empiecen muy bien este tercer mes del año!
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