Planes con lápiz negro





El otro día una amiga me dijo que desde que me conoce hace listas para cada año. Me reí y le conté que la mía, la de 2017 había sido un fiasco. Si fiasco significa que todo lo que escribiste te salió al revés de lo que planeaste o no te salió...

Le conté que en mi 2017 hubo cien mil bifurcaciones y unos cuantos baches que aparecieron sin previo aviso. Que los pasé como pude, pero que los pasé. Que casi todo lo que planeé no se dio. Ni en el tiempo, ni en la forma que hubiera deseado. También le conté que cuando atravesé la frustración (la frustración, el enojo, la tristeza) de que los planes no iban a salir, una vez más, como lo había deseado; cuando finalmente solté mi final esperado, aparecieron nuevos planes. Esos que salen cuando estás mirando al piso, alicaída, con los hombros duros y las piernas quietas. Como si de Algún lado te hicieran un pss, pss, es por acá. Es por Acá. Entonces levantás la mirada, descreída, porque no sabés si es que te hablaron a vos o si te inventaste esas palabras que después vas a llamar intuición.

Levantás la cabeza, te peinás, erguís los hombros y te das cuenta que es a vos que te están hablando. Y que ahora, esos planes que escribiste, no se van a dar. Porque hay otros planes antes. Lo entendés y dejás que el enojo, que no es más que tristeza disfrazada, se vaya. Haga lugar.

A mi amiga le conté que este 2017 mis planes, esos que escribí, no se dieron. Pero que, a cambio, le dejaron lugar a nuevos planes que jamás (jamás de verdad)hubiera escrito ni pensado. Y que voy a seguir haciendo listas, pero con lápiz negro y una goma en mano. Por si una vez más tengo que cambiar de rumbo. Así no reniego tanto con la birome y dejo  que haya espacio para lo que tenga que ser.


Hoy amanecí contenta. Profunda y contenta. Como ese pájaro minúsculo en ese atardecer de hace unos días en casa.

¡Que arranquen muy bien sus semanas!


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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.