Hay un momento en nuestras vidas que nos apartamos de esto. De esto, es eso que ven en la foto: el cielo, el agua, el verde, los perros. El momento ese en el que observamos por observar. Contamos aviones en el cielo y patos que sobrevuelan lagunas por el simple hecho de hacerlo. Juntamos mariposas porque son lindas y cualquier árbol es una buena excusa para trepar.
Lo pienso cada vez que veo escenas como esta que me mandó Luci hace unos días, cuando salieron a caminar una mañana. Pienso que ese idilio entre cielos, niñas y perros no puede ser eterno. Que en algún momento van a tomar distancia y van a entrar en este otro mundo, el de los adultos, en el de ponerse serias, en el de andar más en el asfalto que en tierra. Que se van a tener que poner las zapatillas en verano. Pero también pienso que todo esto va a quedar guardado en algún lugar de sus cuerpitos y en algún lugar de sus corazones. Que el simple recuerdo va a hacer que siempre puedan volver a ese lugar de cielos amplios y de patos que sobrevuelan lagunas. Ahí donde observaban por el simple hecho de observar. Y que por esa misma razón, por eso de recordar con el cuerpo y con el corazón, el idilio va a ser eterno-
¡Buen martes para todos! Esta mañana empecé a desmantelar la huerta para empezar a ponerla en alto, en cajones largos. Lo único que voy a dejar son las tomateras que estallan en frutos, las frambuesas, unos cuantos morrones que a pesar del yuyal parecen seguir creciendo con fuerza y unos melones que están empezando a trepar el alambrado. Después de semanas de pensarlo, es la mejor manera que encontré de poder mantenerla sin que el gramón me la tome por completa cuando dejo de estar algunas semanas. ¡Borrón y cuenta nueva!
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