Hace dos semanas que estoy sin celular. Yo, que me quejo siempre que no tengo tiempo de nada, me di cuenta que el celular me saca "ese tiempo de nada". Tengo tiempo. Para leer y para mirar otras cosas. Para hacer yoga y para retomar algunas prácticas que siempre me hicieron bien. Para escribir y para jugar con las chicas sin mirar de costado.
Tener dos manos libres me permitió desempolvar mi máquina de fotos, que extrañaba tanto y ya casi me había olvidado que existía. En unos días volveré a encontrarme con esa cosa que me hace pensar que todo es urgente, que todo es ya, que un mail obliga respuesta en minutos y un mensaje, en segundos. Espero haber aprendido algo en estas dos semanas. Ojalá que nuestros juegos sigan siendo como en estos días. Conmigo acá, sin mirar ni tocar pantallas. Sin responder mensajes que no tienen urgencia. Estando ahí, con ellas, y nada más.
¡Buena semana para todos! Qué lindo y qué corto que es el otoño…
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