Volvé cuando tengas ganas





Volví a la tierra. Volví a mi huerta. Esa que me vio pasar estos meses como haciéndome la disimulada. Como si nada estuviera pasando adentro. Rescatando tomates cherries y algún que otro melón perdido entre tanto yuyo. "Volvé sólo cuando tengas ganas", me dijo mi mamá el otro día. "No te fuerces".

Consejo sabio si los hay. Para todo. Para volver a la tierra o volver a esos lugares o cosas que a uno le hacen bien. Cuando vuelvo a mi huerta después de tanto tiempo tengo la misma sensación que tengo cuando vuelvo a escribir. Que el tiempo pasa y no miro el reloj ni el teléfono tan seguido. Hace unos años me preguntaron: ¿"Cuáles son las cosas que pueden pasar mil horas y no te das cuenta? Bueno, son esas cosas las que tenés que mirar siempre".

Trabajar en mi huerta y escribir hacen que me sienta así. Como si el tiempo se quedara suspendido en el aire. Cuando dejo de hacerlo, me olvido que me pasa esto y pienso que debería hacerlo más seguido. Pero también pienso, después del consejo de mi mamá, que hay que volver cuando el cuerpo y el alma lo pidan. Es ahí donde se suspende el tiempo. Donde se encuentran el hambre y las ganas de comer. En el momento justo.

(Habíamos sacado unas fotos divinas con mi teléfono, del inicio de la puesta a punto de la huerta, con mi mamá y el rastrillo apilando el pasto viejo que sacó Abel, la persona que trabaja en el parque de casa, de las chicas hurgando entre los últimos tomates del verano, pero mi celular ha fallecido definitivamente…).Aún me falta mucho, pero fue un buen inicio haber limpiado todo para empezar de nuevo. Cuando recupere las fotos, las subo. Ojalá pueda seguir avanzando un poco más para trasplantar los almácigos que armé hace un mes.

¡Buen martes para todos y gracias, sol, por hacerte presente después de tanta lluvia!

(Anoche, Wonky me mandó estas dos fotos que le mandé yo el jueves pasado, cuando me preguntó cómo la estaba pasando con mi mamá.¡Gracias, Wonk, que las pudimos rescatar! Estuvimos meta charla todos los días,con té, café, coca o mate en mano, mientras las chicas merodeaban por ahí)

Sobre este terreno, en unos días van a ir 4 grandes cajones altos que mandé a hacer. Todo ese pasto que ven es el gramón que cortó Abel con la motoguadaña. La idea, con los cajones, va a ser aislar los cultivos del gramón y aprovechar a ponerle mejor tierra de la que hoy hay. 





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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.