Ella, la que está a mi izquierda, es mi hermana mayor. Se llama Mercedes, como mi mamá, pero le decimos Mechi. A ella nunca le salieron las verticales como a mi, pero yo nunca pude forrar mis cuadernos como lo hacía ella. Me enseñó que hacerme el nudo de la faja del colegio era igual que hacer el de la corbata. Con 13 meses más que yo, me peinaba mejor que cualquier peluquera y era la encargada de hacer que no llegara tarde al colegio. MechiVicky, Vickymechi, nos decían. Para ellos, era igual. No veían que mis cachetes eran mucho más grandes y que sus piernas largas eran la envidia de cualquiera. Recorrimos parte del mundo juntas. Nos reímos a carcajadas de las mismas cosas y el olor a querosene nos hace acordar al tinglado del campo. A ella, la que está a mi izquierda, siempre le gustaron las plantas y lo acompañaba a mi hermano a cazar palomas. Me enseñó matemáticas y a podar las plantas en los meses sin r. Mechi, mi hermana, también me enseñó a manejar y me enseñó a tejer. Con ella compartí la magia de mi primer embarazo y el pasillo del sanatorio que escuchó nacer a nuestros hijos con horas de diferencia. Ella, la de mi izquierda, hoy está armando sus valijas y emprende una nueva aventura a miles de kilómetros de mi casa. Solo de mi casa. Porque de todo lo demás, siempre va a estar cerca.
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TEJER MOMENTOS
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