Lo que no se dice, estruja siempre. Lo que no se escribe, lo que no sale del cuerpo, duele. Aprieta las entrañas y tarde o temprano, pide salir. Porque lo que no se dice, lo que no se dibuja, lo que no se baila, los que no se canta ni se teclea, lo que no se cocina ni se planta, lo que no se dibuja ni se galopa, queda ahí, en el limbo de lo que no sale.
Aprendí a escribir para que dejaran de doler algunas verdades que pasaron por mi cuerpo, por mi corazón, y por donde sea que pasan las emociones. No siempre digo, pero siempre escribo. Y cuando escribo, sangra, y duele, y retuerce, pero sale. Entonces deja de doler un poco porque lo miro en letras. Lo leo, me leo, y empiezo a sanar. Al menos un poco. A veces las palabras pueden ser mucho más tiernas que la realidad. Y eso alivia. No digo que cure, pero alivia.
Escribamos. Siempre. Lo lindo y lo feo. Porque lo lindo va a permanecer y lo menos lindo, va a empezar a sanar.
Ya falta menos para terminar la semana. A diferencia del año pasado, las adaptaciones al Jardín están siendo tan amenas que ni yo me lo creo! Tania va poquitas horas, pero se queda feliz. Y eso me pone feliz a mi también.
Me encantó Vicky! Divino. Quiero tu libro, dónde lo
ResponderEliminarConsigo? Beso enorme
Hola, emi! No me sale tu apellido. Sos emi moja? O emi Marta? Escribime a tejiendoinfancia@gmail.com y según donde vivas te digo donde te conviene. Un beso
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