Pomelada con menta





Se me están empezando a oxidar los dedos, así que voy a hacer, al menos, un pequeño acto de presencia. Anduve un poco lejos del teclado en estos días, y con pocas ideas con ganas de caer y tomar forma. Ya van a volver (las ganas y las ideas).

Mientras tanto, les comparto estas fotos  que tengo guardadas desde la semana pasada de una "pomelada" que hicimos con Mila, con los últimos señores pomelos que quedaron en el árbol. Son gigantes, así que generalmente, con solo dos, sacamos un montón de jugo. A ellas dos les gusta más que a mi y les encanta que les dé los pomelos a medida que los voy exprimiendo. Se pelean por meterlos en la bolsa que juntamos para darles a las gallinas.

Esta vuelta le agregué un poco de menta que apareció entre los yuyos de la huerta, rezagada del verano pasado y, clave, mucha azúcar. Lo único que tienen que hacer es exprimir el jugo, agregarle agua (3 veces más que el jugo o a gusto y piacere, ponerle azúcar y las hojas de menta, y todo en licuadora).







¡Buena semana para todos! De a poquito voy a ir aceitando, nuevamente, mis ganas de escribir. Hoy sale trabajo en la huerta después de varios días de ausencias, también. 

¡Las frambuesas ya están floreciendo!Tengo un fanatismo extrañísimo con ellas. Me trasladan a los primeros días de mucho calor, cuando éramos chicos y vivíamos en el campo. Escondidas entre mil espinas estaban los frutos. Mis brazos terminaban todos raspados, con líneas finitas, con un poquito de sangre, y mis labios bien rojos de la cantidad que lograba sacar y comer. Me encanta que estén en casa y verlas crecer desde cero. El otro día nos vinieron a visitar y escuché que Mila le contaba a una de mis amigas que "ahí, en eso verde, van a crecer frambuesas".Creo que alguien heredó el mismo fanatismo.







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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.