Frío de montaña





Amaneció frío. Y con viento. Pero al menos nos levantamos y el sol ya estaba en el cielo. Salió antes de levantarnos y eso está bueno. Porque al escándalo por "no quiero ir al jardín" no se le sumó el "¡pero todavía es de noche!". Eso a las 7 de la mañana, no es poca cosa.

Costó salir de la cama, pero finalmente desayunamos las dos en la chimenea, mientras Tania se daba el lujo de seguir remoloneando entre sus sábanas. La idea de la chimenea y el día claro la hizo olvidar, por un rato, que teníamos que ir al Jardín. (Confieso que yo también tenía ganas de volver a la cama, taparme hasta la nariz y dormir hasta pasado mañana. Me mordí la lengua para no decírselo).

Nos abrigamos hasta la manija. Tanto nos abrigamos que ella misma se trasladó a nuestros días en Bariloche. El frío, se ve, la llevó hasta allá. "¿Te acordás, mamá, cuando fuimos a la montaña?", me dijo, ya convencida de que la ida al Jardín esta mañana de martes, no tenía marcha atrás. Nos subimos a la camioneta, con las botas llenas de rocío, y empezamos a andar.


Esta foto es del atardecer en casa. Estas mañanas la luz es parecida, pero del otro lado. Cuesta menos arrancar cuando ya es de día, a pesar del frío. La foto de arriba es de Mila el año pasado. 


Lo mejor que tuvo esta mañana, además de todo lo que les conté, es que nunca miré el celular. No porque no quisiera. Se me rompió hace seis días y hace todo ese tiempo que no miro una pantalla (al menos, no de ese tamaño). Me pareció una tragedia los primeros dos. Pero más tragedia me pareció darme cuenta de la cantidad de tiempo que pierdo simplemente "mirando" una pantalla. Esperando mensajes. Esperando globitos rojos. Pasando mi dedo de arriba hacia abajo viendo fotos de reojo, leyendo cosas. Lo primero que hago a la mañana cuando suena el despertador es apagarlo, mirar mails, ojear instagram, y recién después,sacar un pie de la cama. Hace días que esto no pasa. Y me gusta. 

Anoche, después de muchos meses, empecé a leer un libro. Retomé, en realidad, uno que leí en 2010 ("Free Play: la improvisación en la vida y en el arte"). Creo que estas semanas de "vacío" de celular van a traer, entre otras cosas, la posibilidad de encontrar entre hojas (y no entre pantallas), frases como: "Es en el juego y sólo en el juego, que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo".


¡Buen martes para todo el mundo!









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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.