Ensalada verde con huevo poshé


¡Buen día, sol! Al fin te tenemos en casa. Al fin empezaste a darle forma a los caminos y a darle a brillo a este cielo celeste. Cuando llegan estas semanas de lluvias eternas, de ropas que se cuelgan y vuelven a entrar, y se vuelven a colgar, de sábanas repetidas porque el tiempo no ayuda a que se sequen, pienso en los que viven en lugares como Inglaterra o Irlanda que tienen este sinfín de días pegoteados y grises. Que aplauden cada salida del sol como si fuera el último en meses -muchas veces, seguramente, así sea-.

Todo lo cambia, la lluvia. Acá, al menos, todos los movimientos son distintos. Pensamos cada vez que hay llevarla a Mila al jardín: quién la lleva, quién la trae, quién entra a la gente que viene a trabajar, quién saca a la gente, cuándo hacemos las compras, cómo hacemos para usar los caminos para que no se rompan. "Cuando los caminos están así, se hace lo que mínimo indispensable", me dijo Nico una mañana que salí a las corridas, intentando llevarla a Mila en horario en pleno diluvio y caminos sin huella. Terminé, obviamente, en la zanja. Ya aprendí esa lección.

Anoche, cuando las chicas se durmieron, me puse las botas arriba del pijama, y salí a buscar lechuga a la huerta. Hacía frío, pero desde hace muchos días que no veía el cielo estrellado. Agarré la linterna, me abrigué un poco, salí y me entró ese aire por la nariz que me lleva a tantos lugares. El frío es tan intenso que hasta le llego a sentir olor. ¿A alguno también le pasa? La luna, para los que la vieron anoche, parecía una uña bien finita, que daba sombra al resto de su redondez. Solo se escuchaba el sonido de las ranas que, después de tantos días de lluvia, están en el mejor momento de su invierno.Desde afuera se veía el reflejo de la chimenea. Lindo todo.

Mis lechugas de invierno son lo más rico del mundo. Se acaban rápido porque las uso siempre que puedo. Anoche repetí la ensalada que vengo haciendo en estas semanas y que fue el boom entre mis cuñados y suegro que estuvieron por casa visitándonos. Creo que lo más rico que tenía era que todos los ingredientes eran caseros: lechugas, rúculas, huevos y jamón. No sé cuánto más rico es o no lo casero, pero para mi es una satifacción enorme que salga de la tierra al plato, o del corral a la cacerola. Lo "distinto" y lo que le da todo el sabor a esta ensalada tan básica, es el huevo poshé bien hecho. Lo único que hice fue poner en Youtube: "Cómo hacer un huevo poshé", y listo el pollo. Pero, ya que estamos, les cuento por acá cómo se hace porque es una pavada y podés hacer varios a la misma vez. Lo único que no hice esta vuelta fue sacarle una foto al plato: me lo comí antes así que se lo van a tener que imaginar.

Buena semana para todo el mundo y les dejo el paso a paso, para poner sobre un colchón de hojas verdes con vinagreta de limón, aceite de oliva, sal, pimienta y miel. Si tienen jamón crudo, queda riquísimo para acompañar, O, mejor todavía, salmón ahumado. Por acá, voy a aprovechar para trabajar en la huerta, que estos días de lluvia me dejó la tierra ideal para sacar yuyos.

Cómo preparar un rico huevo poshé:
En una taza, poner papel film (no muy tirante porque adentro tiene que ir el huevo), con bastante sobrante en las puntas. 



Romper adentro el huevo y envolverlo tipo paquetito. Si no es muy bueno el papel film , como en mi casa, ajustar las puntas con un hilito.





Mientras hacemos esto, poner agua a hervir. Desde que hierve, no antes, poner adentro el huevo (o huevos, si hicieron varios paquetitos), y contar exactamente 4 minutos.


A los 4 minutos, apagar el fuego, y con la ayuda de una espumadera, poner el huevo en agua fría (esto le corta la cocción). Lo que yo hago, generalmente, cuando hago esta ensalada, es ya tener emplatada los verdes condimentados y, sobre ese colchón, abro muy despacio el huevo. ¡Queda muuuuuy rico y la yema se convierte en parte del condimento!

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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.