Ciclos

En esta época del año florecen unas violetas abajo de la ligustrina de la puerta de casa.  Cerca de donde trabaja Nico, un monte de aromos se llena de sus pelotitas amarillas que tienen un olor particular. El pasto de la mañana, además de rocío, se tiñe de rosa o de celeste con unas florcitas silvestres. En el corral de las ovejas, aparece cada día un nuevo corderito. A la noche se escucha el mugido de las vacas y sus nuevos terneros. Las yeguas, gordas y llenas de vida, también esperan la llegada de sus bebés. En mi huerta, las caléndulas y las habas dan a luz a sus colores más lindos.

Agosto en el campo es eso que cuento arriba. Eso, y la época de comer quinotos recién arrancados o jugos de pomelo frescos. El momento de empezar a planificar la huerta de una primavera inminente y de arrancar el último tramo del año. Nico siempre me dice que es el mes que más le gusta de acá, porque empieza una vez más el ciclo de la vida . Algunos nos encaminamos "hacia fin de año" y muchos otros recién lo arrancan. 

Mis días acá me enseñaron eso: que el año no empieza en marzo ni termina en diciembre. Y que el invierno no siempre es frío y seco como lo pensaba. En agosto pasan mil cosas y no nos damos cuenta. Es la antesala perfecta de una primavera inminente. Habrá que seguir guardados un poquito más, para que desde las guaridas se sigan cocinando nuevas ideas, nuevos proyectos, nuevos caminos, que los primeros calores van a hacer florecer.

¡Buen miércoles para todos! Por acá recién arrancamos nuevamente el Jardín y la rutina, por el paro de maestros que hubo. Tremenda mañana fue la nuestra, con mochila revoleada por el aire y lagañas llorosas al grito pelado de "¡No quiero ir, mamáaaaaa!". Me quejo de la rutina, pero ¡qué linda que puede ser! Mi relación con ella es tan histérica como mi relación con el chupete de mis hijas: "Te quiero y no te quiero". En fin, buena semana, ¡que disfruten de este bellísimo sol de agosto!