Ver nacer



El viernes pasado iba a llevar a las chicas a la plaza. En vez, nos quedamos en casa. Salí con mi café con leche en mano a mirar los frutales. Ellas estaban en el galpón con su papá, que acababa de volver de Villegas. Me acerqué al alambrado porque algo me llamó la atención en ese corral que en estas últimas semanas aumentó exponencialmente en cantidad de animales. Solía haber varias ovejas,un padrillo y una llama, que ahora anda deambulando feliz por otros potreros.


Ese viernes, en el corral, había una petisa manca (la coqueta), una docena (y más) de ovejas y corderos, 5 terneritos y 3 vacas lecheras. Una de ellas estaba echada. Me acerqué un poco más, y ella se asustó y se paró rápido. La mire bien, y de la cola se asomaban dos pezuñas. Estaba pariendo.



Fernando se quedó mirando un poco la escena desde lejos y cuando vio que la pobre vaca estaba haciendo demasiada fuerza sin mucho resultado, decidió intervenir.


Hace mucho tiempo que no veía parir un caballo o una vaca. Siempre los veo ahí, con el cordón recién salido. Con la piel húmeda. Con las patas intentando sostenerlos. Pero nunca había visto uno asomando del canal de parto. No fuimos a la plaza el viernes. En vez, vimos nacer un ternero al lado de casa. Nos pusimos lejos, al principio. Miramos, esperamos. Fernando decidió tomar cartas en el asunto. Lazo en mano, apartó a las demás vacas. Con la ayuda de Nico, rodeó las patas del ternero con otro lazo. Tania miraba cerquita, señalaba y decía "teté" (bebé,en su idioma). Mila jugaba a pocos metros y yo miraba y sacaba fotos.(¡Me quedé sin batería justo cuando estaba naciendo!)

"Vamos, ¡hacé fuerza!", le decía Fernando. Ella mugió y le hizo caso. Tanto caso le hizo que el ternero finalmente salió. Le limpió la boca y le pegó en la panza, para que empezara a respirar. Nosotras seguíamos atentas esperando que empezara a dar signos de vida.









La  vaca empezó a lamerlo, a levantarle la cabeza con su propio hocico, y el chiquitín empezó a moverse. "Ahora cuidalo", le ordenó Fernando y salió del corral. Ella obedeció y nosotros los dejamos solos en "su hora sagrada".



El viernes, al final, no fuimos a la plaza. Pero valió la pena postergar algunas bajadas del tobogán para ser testigos del espectáculo milagroso de ver nacer.




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POR QUÉ ESCRIBO

POR QUÉ ESCRIBO
Porque hace bien al Alma. Porque sana. Porque me ayuda a no olvidar. Porque me ayuda a recordar. Porque a veces la gente no encuentra el orden exacto de las palabras y yo sí. Porque no siempre sé decir en voz alta. Porque me deja volar un rato y salirme del día a día. Porque algún día mis hijas van a aprender a leer. Y otro día, a escribir. Y van a ser ellas las voces detrás de este teclado y los ojos que van a mirar lo que yo algún día vi.

DETRÁS DEL LENTE

DETRÁS DEL LENTE
Todas las fotos que ven en mi blog las saco yo. Muchas las saqué con mi Cannon G10, máquina que amé y sigo amando, pero ¡ya llegó a su máximo de cliks! Me acompañó desde 2009 hasta el año pasado, que pidió un cambio. Viajó por Tailandia y por Chile; disfrutó de los mejores veranos en la playa en familia; fue testigo de nuestros miles de kilómetros en moto; nos acompañó bajando montañas de nieve; pudo ver cómo nuestra vida en el campo se fue transformando día a día; vio crecer a nuestros perros; retrató las primeras sonrisas de mis hijas. En 2015 pidió un cambio así que, por esas cosas que tiene el azar, Tere, mi íntima amiga, me vendió su Nikon 3500. Todavía no le tengo el aprecio que le tuve a la Cannon (siempre recomendaría esta máquina porque es semi profesional. Me sirvió mucho para vender fotos en las notas que me han publicado). Las demás fotos las saco (y saqué) con el Iphone 6.

ALGO DE MI

ALGO DE MI
Soy una mezcla de todo. Fui charlista de cenáculos, atleta federada, secretaria ejecutiva. Recorrí más de 5.000 kilómetros en moto por el mundo y saqué cientos de fotos desde el asiento de atrás. Caminé con górilas en Ruanda y fui pasante en Para Tí. Viví algunos días en el monte formoseño y otros tanto, en la clínica La Prairie. Soy periodista de profesión, y comunicadora, de vocación. Leí la saga completa de Harry Potter y nunca entendí a Cortázar. Tengo una huerta en mi casa y me gusta cocinar. Soy amiga, esposa, hija, hermana y madre dos niñas que me dieron vuelta el mundo. Tengo 34 años y sigo usando All Stars.