Está llegando ese momento en el año en que todo pareciera
entrar en reposo. Donde los días se acortan un poco, donde el sol se tarda unos
minutos en salir y las narices están más frías de lo normal. De las cosas que
aprendí a querer del otoño en el campo es que, al fin, no tengo que intentar
controlar el “descontrol” de las malezas en la huerta.Y eso, llevado a la Vida, no es poca cosa. Eso, y que la lechuga,
archi enemiga de los calorazos de verano, finalmente está relajada y crece verde y carnosa.
Desde hace algunas semanas vengo sacando plantas viejas,
yuyos que encontraron lugares insólitos, y preparando la tierra para los
cultivos de esta época. En una bandeja, también sembré almácigos de coliflores,
repollos y brócolis, que ya empezaron a asomar sus brotes. Y lo que hice esta
vuelta, para no frustrarme cuando las semillas no llegan siquiera a germinar,
es armarme un calendario ordenado de todo lo que puedo ir sembrando por fechas
y, por consejo de mi vivero amigo, ¡según la luna!
Parece un chino o cosa de hippies y locos, pero confieso que
mis lechugas nunca crecieron hasta que decidí tomar el consejo de este buen
señor. Ya lo había leído mil veces antes, pero entre tanta información dando
vueltas, me parecía imposible pensar también en la luna. ¡Vamos a ver cómo
funciona este año el rendimiento según los dictados de la luna!
Para los que están por empezar su primera huerta (o al
menos, los primeros cajones o macetas),
el otoño está buenísimo para arrancar porque el clima es ideal: no
hace ni mucho frío ni mucho calor y la tierra suele estar bastante cálida. A mi
me encanta, también, sembrar flores para darle un poco más de color porque se
vienen épocas de muchas hojas y pocos frutos. Las caléndulas son bien
resistentes a los fríos y no necesitan mucha agua, así que son una buena
opción. Este año también probé con lupinos silvestres que junté en la orilla del Mascardi, y con
amapolas que me regalaron en un vivero en Bariloche. Vamos a ver qué nos depara
la luna…
Repollito de Bruselas, del año pasado. Este año no volví a sembrar. |
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