Hoy me traje la máquina de fotos en la mochila. En vez de ir directo al bar a hacer tiempo para buscarla a Mila a las 12 en el Jardín, salí a caminar algunas calles de este pueblo que este año me vio aparecer por primera vez. La gente me pregunta si acabamos de llegar y cuando les digo que estamos hace 4 años, no entienden por qué no me vieron pasar. Es que hasta hoy no tenía más excusas que salir a hacer las compras de vez en cuando. El Jardín de Infantes me obligó a salir de la cueva.
En esta mañana de niebla, no sólo me vieron pasar sino que varias personas me frenaron para preguntarme para quién estaba sacando fotos. "Para mi", les dije. Y para ustedes, los que me leen. Desde que llegamos a vivir al campo, me limito a pasar por Roberts en auto o camioneta, bajarme en algún lado y hacer alguna que otra compra. Hace pocas semanas, con la excusa de hacer tiempo, empecé a hacer eso mismo, pero caminando. Y empecé a mirar al pueblo con otros ojos. Por eso hoy me animé a traer la máquina y compartirles un pedazo chiquito de este lugar que muchos me preguntan cómo es. Si es grande, si es chico, si a qué se parece. Voy a intentar subir un poquito cada semana. Hoy sólo caminé cinco cuadras y con esto me encontré.
Miraba estas puertas y trataba de imaginarme qué mundos, qué diálogos, qué historias crecerían del otro lado. Cuántas personas habitarían esos espacios. ¿Hay sueños, hay chicos, hay ruidos entre esas paredes? En eso pensaba mientras caminaba esta mañana de niebla. Con la suerte de tropezar, en una de ellas, con una cara amiga que me invitaba a tomar unos mates. Y ver con mis propios ojos (y mi propia nariz), que acá también se "cocinan" lindas historias.
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