Frías, frías, frías. Así son nuestras mañanas de otoño. Ayer amanecimos con una manta blanca en el pasto, que crujía cuando nos acercábamos al auto. Me encanta. Me hace acordar a cuando éramos chicos y salíamos a romper charcos escarchados. Lo que también me gusta es que la chimenea se queda toda la noche prendida y la casa se impregna de ese olor a leña y humo a la vez. Los vidrios aparecen "respirados", como dice Mila, por el contacto del calor y del frío de afuera. Kala, nuestra perra más chiquita, duerme a la intemperie. Le gusta el frío. Tenemos suerte de estar acá.
Después de varios años viviendo en el campo empecé a notar exactamente cuándo llega cada estación. Antes sólo percibía la llegada del frío o del calor. En verano, cuando nos acostamos en la hamaca paraguaya de la galería, se ve la puesta de sol. Desde mediados de marzo, solo se puede ver a través de la ventana de la cocina. El fresno que da al living es el mejor indicio de lo que va pasando afuera. Casi como arte de magia pasamos de ver un árbol verde, a uno amarillo. En unos días va a estar pelado, y los pájaros de la tarde se van a ver más fácil. Ni hablar de la huerta, que en otoño- invierno se llena de verdes que van desde el más claro al más oscuro, pasando por todos los matices. Escuché muchas veces, que el momento ideal para empezar una huerta, es justamente en marzo, porque los cultivos y los frutos son más fáciles de ver. Ni las plagas se animan a salir por el frío, y eso ayuda. Con un poco de ayuda del agua, tenemos lechuga, rúcula, acelga y espinacas (que me cuestan tanto), por unos meses.
Después de tantos días de lluvia, el bajo se llenó de pájaros. Los sábados o domingos nos gusta ir para ese lado del campo. Hay unos caracoles enormes de agua dulce, que Mila suele juntar. |
Estas fueron mis lechugas el invierno pasado. ¡Ojalá este año salgan igual de ricas y lindas! Vienen bien, por ahora. |
El frío también trajo una nueva y linda sensación: ¡el blog hoy cumple dos meses y sigue con vida! En la entrada pasada contaba que cuando uno suele escribir, al menos en mi caso, cuando llega el momento de mostrarlo -si es que llega- siempre tengo la sensación de que no está bueno, de que van a seguir de largo, que a nadie le va a interesar. A mi me pasa eso cada vez que pongo Enter en esta página en blanco. No suelo releer nada de lo que escribo porque sino lo borraría todo. Hasta que me llega un mensaje privado que me dice "esto que escribiste hoy, llegó en el momento justo". O me cruzo con alguien que me cuenta que hizo la torta de nuez, y que de paso se encontró con un texto que le hizo acordar a su infancia. Esas palabras hacen que tenga ganas de que este blog siga con vida. Porque además es un lindo ejercicio, este de ir mirando un poco más en detalle para después traducir en palabras.
Y para festejar los dos meses de este lado de la pantalla, y aprovechando que hace frío y que es 29, hoy les dejo una receta riquísima del genio de Valentin Grimaldi (síganlo en instagram que aparece como @cookgrimaldi). Las recetas son simples, riquísimas, y con cosas que solés tener en tu casa. Son unos ñoquis de remolacha, papa y ricota (¡no solés tener ricota en la heladera, pero comprala al menos para probarlos!). A mis hijas les encantan porque, además de ser ricos, son rosas. En estos días la voy a probar con espinaca y con zapallo así pueden probar los ñoquis ¡verdes y naranjas!
Va la receta...
Ñoquis de remolacha
- 100 grs de ricota
- 550 grs de papa (3 papas grandes, aprox.)
- 150 grs. de remolacga (2, aprox)
- 250 grs. de harina 000
- Sal, pimienta y nuez moscada
- Crema, a gusto
- Queso rallado, a gusto
Hervir las papas con cáscara. Pelar y aplastar tipo puré (condimentar, a gusto). Yo no lo aplasto tanto porque me gusta encontrar pedacitos de papa en mis ñoquis, pero eso es gusto de cada uno. Hervir las remolachas, pelarlas y procesarlas (lo mismo que con las papas, yo le suelo dejar algunos pedacitos más grandes).
Mezclar en un bowl, los purés y la ricota, y condimentar. Agregar la harina tamizada.
Los vas acomodando en una bandeja con harina así no se pegan. Cocinarlos en abundante agua hirviendo. Cuando empiecen a subir, ya están.
Yo los suelo comer con crema y queso rallado así no se le pierde tanto el gusto a los ñoquis, pero esto también es a gusto y piaccere de cada uno.
Lo que aprendí también a hacer con los ñoquis es a congelarlos y tenerlos en el freezer. Con estas proporciones y haciéndolos chiquitos, me salieron dos de las bandejas de la foto. Para congelarlos, una vez que los cortás, los dejás en harina y los ponés un ratito en el freezer. Cuando ves que los podés agarrar sin que se peguen, los sacás y los metés en un tupper, o una bolsa, o un ziploc, todos separados. Para cocinarlos después no hace falta descongelarlos.
¡Buen viernes para todo el mundo!
Me quede dormida???? que me paso??? se me escaparon 2 posts!! Es como que se te junten varios capítulos de tu serie favorita! jaja. No nos abandones que somos varios los que te leemos y seguimos. Es "MI MOMENTO" porque siempre te leo cuando estoy sola o cuando todos duermen, para poder ver y crear en mi cabeza las imágenes que escribís, las cuales muchas deben de ser prácticamente las mismas que las tuyas…
ResponderEliminarah! Hace varios meses que consumo ricota casi semanalmente! conseguí una receta de tarta de "Hulk" que a los chicos les gusta.
Y ahora voy a por alfajores 3,2,1 para el cumple de Santitos.
BEsos!